26 de junio de 2011

Tigres,... Leones... ¡¡ Todos quieren ser los campeones"

Como todavía no tengo el click de suscripción en la nueva web, seguiré colocando aquí en el enlace del blog a la nueva web... http://www.danielecheverria.com/index.php/tigres-leones-%C2%A1todos-quieren-ser-los-campeones/

21 de junio de 2011

CSM: Certified Scrum Master (o simplemente Common Sense Management)

Recientemente tuve el placer de asistir a un magnífico curso de Scrum en el que, como hecho colateral e irrelevante, obtenías el "título" de CSM y podías decir a tus amigos y familia que eras un Certified Scrum Master.


Los objetivos de los dos días de formación, claros:


tras hacer el curso, decidir o que Scrum no era para mí o que Scrum sí era para mí y, utilizando las palabras del profe Alan, decidir comenzar un largo y díficil camino de mejora continua. Precioso objetivo. Frente a esos otros rimbombantes que se solemos colocar -estoy revisando mis ppts...- en la primera transparencia, en este caso era uno (o dos):


1. Esto me sirve o no me sirve.
2. Y si me sirve, no estoy más que al inicio del camino.


Cuando en otros suelen ser:


1. Esto te tiene que servir ( es la verdad)
2. Con esto, lo tienes todo.



Y digo lo de colateral e irrelevante por tres razones:


una, porque efectivamente el único mérito (mío como asistente) es asistir al curso y responder a una serie de preguntas facilicas -como decimos en mi tierra-


y, dos porque efectivamente, una medallita en la solapa (PMP, ITIL, CSM, PPP, REP, TRP, SSI, XXL, PMgP,... -adivinanza: cuales existen y cuáles no...-) 

no dice nada si detrás de ella no hay
práctica (99% transpiration Einstein dixit),
errores (los ajenos),
experiencia (como llamamos a nuestros errores, O. Wilde escribió).



y tres, porque el verdadero valor del curso era los principios que transmitía y que resumían magníficamente en los objetivos ya comentados. Porque frente a cursos, profesores,... que vienen con La Verdad y reparten tablas de la Ley (en forma de siglas para poner en la tarjeta), en este caso te contaban una forma de ver la realidad, una de las posibles formas. Y además, te indicaban que, la probaras porque a lo mejor no era tu verdad o no te servía su verdad.
Y aunque te sirviera, te avisaba que la cuestionaras cada día porque cuando las verdades se hacen inmutables acaban en hornacinas, en libros sagrados, en...


Y tiene gracia hablar utilizando símiles religiosos porque tal y como nos comentaba el buen Alan y yo estoy convencido que es así (aunque como Groucho Marx, "soy un hombre de principios y, si no te gustan, tengo otros"), realmente lo importante de CSM, PMP, REP, RIP o LQS (Lo Que Sea) son sus principios, no sus técnicas.


Técnica sin espíritu, vacío ( “We have guided missiles and misguided men" M. Luther King Jr).


Sin cuestionamiento de lo que hacemos, callejón sin salida.


Vaya sermón de la montaña me ha salido...  y seguro que,

como pasaba en esta magnífica escena de mis amigos de Monty Python... 
 http://www.youtube.com/watch?v=slbMe-aTY1A
mi verdad será malinterpretada y acabará siendo difundida de cualquier manera... 
cuando el protagonista de la peli... alaba a los peacemakers pero sus fieles entienden... cheesemakers... 


En fin, que el CSM que recibí yo lo rebautizaría como Common Sense Management (más bonito que el tambien grandilocuente nombre original). Y como hoy hablamos de principios (no finales) de la gestión, ¿qué os parecen estos:


humildad intelectual,
colaboración,
transparencia,
comunicación,
responsabilidad
...


dnl


PD. las medallitas suelen ser bien ganadas y suelen hablar de méritos y suelen reconocer unos conocimientos bien precisos pero si nos quedamos mirándolas....

11 de junio de 2011

un solo cliente, una sola idea, una sola tecnología... (qué bien¡¡, no?)

Podemos tener un solo cliente, con un proyecto sencillo en el que nos bastamos y sobramos para hacerlo solos. Nos pegamos el tiempo que queramos con él para tratar de que no se se deslice ningún requerimiento e incluso mirarnos a la cara y decirnos “¡esta vez no se nos escapa nada¡” y
suponemos que este cliente muere al instante (habrá sido por el café que amablemente le hemos servido durante la n-ésima reunión… -para que no sufriera...-).

Trágico (c’est la vie, mon ami” como diría mi amigo) pero.. ¡qué le vamos a hacer…!

¡Habremos conseguido las condiciones ideales para que no haya cambios, revisiones o ideas brillantes de última hora…¡ El proyecto perfecto.
Pero la vida de un proyecto no es así (afortunadamente –nos quedaríamos sin clientes y sin cambios para que un gestor de proyectos los gestionase…-). ¡¡Ohhhhhh!! Qué pena.... 
Las partes (des)interesadas y sus circunstancias
Afortunadamente hay muchas partes interesadas (cada una con sus “cadaunadas”) cuyas necesidades y expectativas cambian con frecuencia y no son fáciles de poner “negro sobre blanco” sin que salga algún borrón (cuando utilizábamos  plumas en el cole –que mayor soy..- les llamábamos “chinos”).
No solamente son muchos y cambiantes sino que, además, ni siquiera le podemos echar la culpa porque realmente no acaban de entender qué es lo que realmente quieren hasta que otras partes les dan su impresión sobre lo que quieren (suena a trabalenguas...) o empiezan a ver la apariencia de lo que inicialmente querían.
el entorno (interno y externo) cambia (¿¿es que no puede estarse quieto??... No)
los proyectos pueden ser simples y acotados pero para esos proyectos -que son pocos, muy aburridos, no aportan valor - no se requieren de nuestros servicios como gestores de proyectos (y no está la cosa para no ser necesarios…) y además el entorno es como el cauce del río -con rápidos, remansos, pedruscos en medio,...- por lo que no nos queda más que ser http://www.youtube.com/watch?v=OW-cnizLDEE "water my friend"-
el equipo (¿Qué tal las navidades? ¿Bien o en familia…? –ácido saludo navideño-)

cada miembro (y miembra, como decía nuestra extinta ministra de igualdad) tiene diferentes
habilidades,
capacidades intelectuales,
inteligencias emocionales,
experiencia (como denominamos a nuestros errores pasados –Oscar Wilde dixit-.),
puntos de vista («Y es que en el mundo traidor nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira» Campoamor escribió),  
actitudes
prejuicios (“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.” Albert Einstein para quien los prejuicios eran… relativos)
Y encima cada mañana se levantan con diferente humor (dependiendo de intangibles como el tiempo, esa mirada del c….. del vecino, ese comentario del marido/a, mujer/o justo antes de cerrar la puerta de casa,…).

Y llegan todos, impredecibles, a (tratar de) trabajar juntos… con lo que el nivel de complejidad del proyecto… en fin… aumenta.
Pero, qué sería de nuestros proyectos si fueran como el proyecto inicialmente descrito –complicándolo como mucho con un cliente al que se le ocurren dos o tres cambios nada más, el entorno fuera estable como mi (excesivo) peso y el equipo fueran máquinas programadas para asentir ante nuestras ideas, sugerencias, órdenes,…
¿Qué mal rollo, no? Porque... ahora que hago el resto del día....

pd. hablando de cambios... en breve http://dnlsunnypm.blogspot.com pasará a  www.danielecheverria.com pero, como seguimos una gestión agile del proyecto, estamos haciendo sprints pero con fecha móvil... ;-)

6 de junio de 2011

Querido genio de la lámpara, quiero que mi cliente...


Una de las cosas que más me gusta de www.liderdeproyecto.com es su lista de chistes relacionados con la gestión de proyectos porque, como decía no-se-quién, soy de los que piensa que hay que “aprender a reírse de uno mismo para que nunca nos falte de qué reirnos”.

Lo Posible ya lo hicimos.
Lo Imposible lo estamos haciendo.
Para los Milagros se necesita un poco de tiempo.

Ahora que estoy metiéndome en el (apasionante, retador y enriquecedor) mundo de la gestión ágil,
ahora que ya he visto que hay más diferencias con la tradicional que el hecho de que los formadores de gestión tradicional demos las clases con corbata, de pié y con un powerpoint y los formadores ágiles la den sentados en el suelo, vestidos con un toque hippy y huyan de aquello que no sean post-its, pizarras y rotuladores,
ahora que estoy tratando de que mi cintura mental se vaya flexibilizando
ahora que creo que, como siempre “Virtus in medio est” (Horacio dixit)
la solución a la gestión ágil o rígida
o semirígida o semiágil
está en su síntesis,
y, volviendo al comienzo de este post, me gustó especialmente este chiste de http://www.liderdeproyecto.com/,
“Un día un líder de proyecto que estaba por Egipto visitando las majestuosas pirámides, de repente se encuentra una lámpara y sin pensarlo dos veces la frota, de pronto sale un genio maravilloso que le dice:
"Por haberme liberado de mi prisión te concederé un deseo, así que piénsalo bien y pide lo que quieras"
Entonces el líder de proyecto le dice:
"Deseo la paz en Medio Oriente"
El genio se queda pensando y le comenta "Mmmmm no creo que mis poderes lleguen a tanto, esa gente ha estado peleada por cientos de años. Por qué no pides otra cosa"
A lo que el líder de proyecto asiente y nuevamente formula un deseo:
"Ya sé... quiero que todos mis usuarios nunca se quejen de mis proyectos y me soliciten cambios sensatos en los requerimientos"
El genio con cara de sorprendido solamente alcanza a decir:
"A ver préstame el mapa… ¿dónde dices que está el Medio Oriente?"
Efectivamente,
seguimos pensando que el cliente sabe lo que quiere y nos enfadamos si no es así,
seguimos pensando que el cliente no debe cambiar de opinión y nos enfadamos si no es así

seguimos pensando que le realidad es estática, estable y nos enfadamos si no es así
seguimos pensando que existe el  genio de la lámpara maravillosa y no es así
Y, si existe, cuidado con lo que le solicitamos porque puede pasarnos como al manco que le pidió que le dejara los dos brazos iguales…y, como los requisitos no estaban claros y solamente se podían pedir una vez… el genio, obediente, le dejó sin brazos.
dnl

2 de junio de 2011

!No pasa nada, no pasa nada¡ (solamente ha sido un nutritivo fracaso)

Me suelo emocionar cuando recuerdo a mi pequeña Paula, con 5 años con las manos levantadas, diciéndome “!No pasa nada, no pasa nada¡” mientras con los ojos miraba los restos del plato con los restos de comida desparramados por el, hasta ese momento, brillante suelo de la cocina. Tras ver mi cara de susto confirmaba “¿a que no pasa nada, papi?”.
Y me emociono por dos razones:
una, porque esos deliciosos años ya pasaron, esa niñita cumple once años hoy y uno se pone tontorrón al recordarlos…
Otra porque todavía hoy sigue tan segura de que no pasa nada si algo le ha salido mal porque estaba intentando hacer algo nuevo (en aquellos años, tratar de llevar con sus inseguras manitas, su plato).  Y eso me enorgullece (no vamos a hacer todo mal los padres, no?).
¿Y por qué cuento esta pequeña historia?" Pues porque he estado leyendo un post de esos que guardo porque me parecen interesantes, me olvido de ellos y un día aparecen.
Se titulaba algo así como “Sé innovador: No te equivoques" O sea, como nos habrán dicho alguna vez nuestros bien amados/as jefes/as  “!!A ver Daniel si para variar (innova), no la lías (te equivocas)¡¡  
Esa, tan habitual orden, suele ser la preferida de muchos de los jefes ante sus gestores de proyectos o técnicos en general. Y claro, ¿Puede un equipo de asumir riesgos y probar cosas nuevas mientras en su cabeza resuena como un eco ese “.. no la lías… no la lías…” y, mientras suena, su nuca parece percibir el aliento del jefe pensándose un (innovador) castigo, ejemplarizante a poder ser?
Va ser que no. Pero el fracaso forma parte del proceso. Muy especialmente ahora en que, utilizando palabras del gran Benedetti “una vez que nos sabíamos las respuestas a las preguntas, vinieron y nos cambiaron las preguntas”.  Ahora en que tenemos que tratar de hacer cosas que nunca habíamos hecho antes, ahora que tenemos que abordar nuevas preguntas.
Si estamos pendientes de ese “a ver si la lías” es muy posible que nos bloqueemos y quememos porque no hay nada peor que acelerar con el freno de mano puesto, de tener ideas, iniciativas y que el jefe pise el freno y te diga "que te vas a saliiiiiir (SEGURO,  SI LO SABRÉ YOOOOOO¡¡) en la siguiente curvaaaaa¡¡¡.
"El fracaso es un mal necesario en la innovación", dice Jerry Manas,  editor de Planview - (y en todo) digo yo que, desafortunadamente no soy como él,  autor del magnífico Napoleon on Project Management: Timeless Lessons in Planning, Execution, and Leadership)-.
También dice que la mejor manera de transformar un concepto en una estrategia de negocio viable que permita a la empresa ser un verdadero líder es reconocer que no todo va a ser un éxito. Y cuando el éxito llegue, tampoco asustarse, entrar en “modo pánico” y dar marcha atrás (QUE YA LA ESTOY LIANDOOOOO).
"El cementerio de empresas está lleno de empresas que nunca arriesgó, que nunca experimentó con nuevas ideas o que nunca tuvo valor para adaptarse al cambio" dice también el amigo Jerry.
Cuando mi Paulita (snif, snif,…) hacía algo nuevo, arriesgado (sí, a veces era realmente arriesgado),… podían ocurrir dos cosas: que lo lograra o que no.
Si no lo lograba, la respuesta era la ya contada al inicio, pero con un matiz: celebrábamos el intento (aunque a veces pensáramos en la que había montado…). ¡Qué bien Paula, qué valiente, cómo te has atrevido, casi lo logras,…!  Su sonrisa y el brillo de sus ojos –que parecían decir: qué bien, casi lo logro, la próxima lo conseguiré- pagaban con creces el trabajo de tener que arreglar el desaguisado después.

Pues, en vez de meterle el paquete al Project manager por una determinada decisión, por un error, un fracaso en algún aspecto,.. no debiéramos ¿CELEBRAR LA VALENTÍA DE HABERLO INTENTADO?
Me he enterado, no sé si será cierto que Tata Sons, la sociedad de cartera principal del Grupo Tata en Mumbai, la India, da premios a fracasos en proyectos, todo ello en un banquete anual de gala.  Si alguien lo conoce y puede confirmarlo, encantado¡ El caso es que estos tipos, que parecen listos a juzgar por el Imperio que han montado, dicen “bobadas” como que  "Celebrar el fracaso es nuestra manera de decirle a la gente que queremos que probar cosas nuevas, y que si se esfuerzan de manera honesta y fracasan, “it’s ok" (traducido al español: “no pasa nada, papi, no pasa nada”).
Es gracioso como, según cuenta el director ejecutivo de la compañía, el primer año solamente hubo 12 candidaturas a tan singular premio pero que el segundo año (viendo que allí no quemaban vivo a nadie) hubo más de 200 solicitudues de equipos de proyecto que se propusieron lograr algo sin éxito a pesar de haber puesto empeño e ilusión (no habiendo hecho “el vaina” como decimos aquí, claro) .
Cuando Paulita hizo del plato de lentejas un “collage” en el suelo de la cocina, tratamos de explicarle porque podía haber ocurrido, le dimos mi plato, se lo colocamos bien en sus regordetas manitas, le explicamos cómo lograrlo y le dimos otra oportunidad (esta vez, sin que ella se diera cuenta, había una mano mágica que se aseguraba que el segundo plato llegara a su destino entero -tampoco era cosa de quedarnos sin vajilla...-)
Pues resulta que el Sr Gopalakrishnan (con apellido tan innovador, cualquiera...), director ejecutivo de Tata, hacía algo parecido. Como parte del proceso de celebración del fracaso, los equipos debían explicar lo que habían tratado de lograr y qué es lo que había salido mal. Las entrevistas se graban, los resultados se publicaban en un libro y se compartían en la web de Tata para "dar la mayor difusión al mensaje de que a pesar de que estos proyectos no tuvieron éxito, no fueron fracasos". Y porque "al compartir estas historias,  esperamos eliminar los miedos que otros pudieran tener respecto a intentar algo nuevo."
Paula, afortunadamente, nunca ha perdido ese espíritu aventurero aunque nos haya costado aceptar que un graffiti de nocilla en nuestra habitación era “pop-art”, que una falda recién comprada recortada con sus tijeritas estaba “a la moda”, que…

snif, snif, snif,… que no pasa nada, no pasa nada
(solamente el tiempo y, a veces, parece que ¡tan rápido!)