30 de mayo de 2011

Amado amo... soy su humilde project manager...

Este viernes pasado se celebró la gala #SindromeUP (frente al “síndrome Down”). Los padres de la idea son padres son a su vez de niños con discapacidades intelectuales – cuyo manifiesto ya es de por sí una obra de arte a la  vida: http://inigoalli.wordpress.com/2011/01/18/manifiesto-sindrome-up/ ) que, a su vez es producto de la iniciativa #nasf que lleva generando ilusión, ganas de emprender e ideas desde que un grupo de “expedicionarios” decidió ir a ver cómo funcionaba eso de Silicon Valley y si se podía aprender algo de aquello (www.nasf.es/ con su lema “se caballo y no carroza)

Puede haber una gestión de proyectos UP…? Ilusionada, proactiva, resiliente, realistamente optimista? Que mire con confianza y no con miedo al jefe, que plantee los problemas (y las soluciones – a los jefes los problemas sin dos o tres soluciones les ponen muy nerviosos).

La respuesta es SI (si la respuesta es NO, cambia de trabajo “asap”)

SI. Es vital si eres un director del proyecto. Además ya sabrás por experiencia que ese Si es necesario, una gran cosa. La incapacidad de llegar al jefe de tu jefe, patrocinadores y cualquier otra persona de mayor jerarquía para lograr que te presten un mínimo de atención y compromiso puede traerte serias consecuencias. Y todo por falta de valentía, de preparación, de MIEDO.


Y si no lo logras, gestionarás mal y ello significa que tu equipo, tu organización y tus clientes corren el riesgo de perder tiempo y dinero, que el alcance del proyecto crezca y crezca (amenazando con volverse inmune y, en último caso, inmortal), que acabes obteniendo resultados de baja calidad, muy predecibles y poco innovadores, que se reduzca la productividad y, al final, mayores niveles de estrés, desgaste, errores y síndrome de espíritu down.

Por eso, recupero estos seis consejos que leí en posts ajenos hace tiempo (quien copia de un post es un plagiador, quien copia de varios es un incvestigador, no?). Espero os ayuden ya que están pensados para que ayuden a tener el valor, las ganas, la ilusión y la energía para empujar hacia arriba (y no autoempujarse hacia abajo, llorando amargamente porque, como hacía el pollito Calimero, “esto es una injusticia, nadie me hace caso”…).

Tengo en mi mesilla un libro “Results without authority: controlling a Project when the team doesn´t report to you” (o sea lo habitual) que seguro que da ideas en esta línea pero, lamentablemente, no he podido ni abrirlo. Así que cuando lo lea, os lo cuento. Promete ser interesante.

Como decía Jack el destripador “vamos por partes”:

1.PM-UP es una actitud, de valentía, de no resignarte, de lograr lo que crees que es justo.

Como ocurre con #nasf o #sindromeUP no son reuniones, proyectos, buen humor,… sino una actitud, un modo de pensar. Pensar con perspectiva, como si pilotaras un avión y observaras todo desde allá arriba. Mantén esa vista, no la pierdas de vista para no perderte en las guerrillas del día a día y pierdas el norte. Y piensa en el proyecto, en su éxito como una guerra no como una guerrilla en la que dejar los dientes el primer día.

2. Solamente tienes 20 segundos para hablar con tu jefe.

No te quejes. Es lo que hay. El reto es tuyo. Ganarte su atención con tus primeras palabras. Dicen que un buen proyecto, una buena idea de negocio, hay que saber contarla y tenerla preparada por si coincides en el ascensor con la persona que necesitas y debes trasmitirle TODO antes de que la voz enlatada diga “Planta Octava” y tu oportunidad se haya esfumado (porque para entonces, o has captado su atención o no hay nada que hacer).

Por lo tanto, utiliza tu tiempo sabiamente, centrándote en las primeras cosas más importantes, como el resultado, el riesgo, el beneficio o el problema.

Deja los detalles para más adelante (Si os interesa www.15seconds.com/ os puede dar ideas, técnicas, ejemplos de cómo hacerlo y cómo no hacerlo).

3. Enséñales a decir SI a tus superiores (¡qué iluso…! pensaréis…).

¿Por qué no hacerle preguntas a las que no puede responder NO? A las que no tengan problemas para responder que SI como "¿Está(s) de acuerdo que debemos cumplir nuestros objetivos?" O "Es importante que nuestros clientes internos tengan sus requisitos listos ¿verdad?” O “¿El cliente se enfadará mucho si… ¿no?”


Si logras el SI al panorama general, en realidad le estás entrenando para que diga que SI más adelante cuando le pidas que se comprometa a cosas más específicas. Captar su atención e interés primero. Su compromiso y acción posterior después. Pero sin balbucear que llegamos ya al piso cuarto y todavía estás tratando de que no te tiemble la voz y pensando en cómo empezar a contárselo...

4. Planifica primero tu mensaje de inicio a fin.

Pon por delante tu recomendación o los resultados esperados (con eso llegas casi al piso tercero…). Y luego, ya captada (esperemos) su atención, pasa a identificar los riesgos asociados, las opciones o los cambios propuestos.

Recuerda que tu jefe, o la otra persona en general, es otro piloto como tú que ve tu y su proyecto desde la distancia. Es responsabilidad tuya que se centre exactamente lo que necesitas y deseas que haga un “zoom” momentáneo a tu problema. Una vez que has logrado esto, habrás sentado las bases para abordar aspectos más específicos.

5. Esto no consiste en ser rápido sino en ser inasequible al desaliento.

No es un sprint, sino un maratón, en el que quien logra llegar es la cabeza no el cuerpo.  En el que corres el riesgo de llegar a un muro de desaliento a partir del cual te rindes y decides que “para qué le voy a importunar con la cantidad de cosas tan importantes que tiene”.


Si estás pensando correr en un maratón, seguro que no estás pensando en ir directamente a la parilla de salida donde ves el cartelito de “42 y pico kilómetros para la meta” sino que, sensatamente, te entrenarás y participarás en carreras más cortas y te prepararás con tiempo, paciencia y anticipación.

Necesitarás, por tanto, entrenarte para desarrollar la resistencia y la experiencia necesarias. Prepárate para la maratón mediante pequeñas conversaciones que te den experiencia y te ayuden a generar confianza. Elige temas y situaciones de menor riesgo como pedir la aprobación para cambiar una pequeña parte de un proyecto o recomendar un cambio que tendrá un impacto positivo en la productividad o en el funcionamiento del proyecto.  No serán grandes logros pero su objetivo es prepararte para encuentros que requieren más energía y confianza.

6. Practica, practica y practica!  

Haz de ello un hábito, no lo restrinjas al trabajo, a proyectos reales. Encuentra maneras de practicar la gestión en tu vida personal también. Crea una lista de personas con las que puede practicar, incluyendo colegas, amigos y profesionales de dentro y fuera del trabajo y trata de pedirles algo suponiendo que son superiores a ti (por ejemplo, los hombres podemos ensayar en casa pidiendo algo a nuestra mujer…). Busca oportunidades para entrenarte en técnicas para influir en otros con más autoridad o antigüedad, para pedirles su opinión sobre tu opinión y perspectiva.


Así cuando llegue el momento oportuno, tendrás claro qué decirle, cómo pedírselo, cómo atraer su atención y la confianza para hacerlo… … antes de que se baje en la planta octava y se despida amablemente “Buenos días Sr…
Espero que todo vaya bien, que tengas un buen día?"

Pd. Recomendación literaria: “Amado amo” de Rosa Montero donde hay una escena en el ascensor entre el empleado y el “amado amo” que es realmente magnífica.

22 de mayo de 2011

Cómo detectar la llegada de un terremoto a tu proyecto...

Recientemente hemos sufrido en España (Lorca) y en Japón la desgracia de las consecuencias de esa nuestro tierra cuando busca acomodarse y ponerse un poco más cómoda. Desafortunadamente, no hay una manera confiable de predecir científicamente (con precisión) un terremoto que viene.

Afortunadamente, para los que nos dedicamos a la gestión de proyectos, hay señales de alerta cuando un proyecto está en problemas. Creo que todos estaremos de acuerdo en que no cumplir los plazos o que el proyecto nos esté costando más implica que el proyecto tiene problemas.

Sin embargo, los síntomas suelen reconocerse después de que sea demasiado tarde para hacer nada al respecto. Cualquier persona que se dedica a la apasionante y sufrida gestión de proyectos, sabe lo importante que es reconocer un proyecto en problemas antes de que sea demasiado tarde para hacer nada al respecto.



No hace mucho me encontré con esta lista de señales de alerta temprana que cada jefe de proyecto debe tener en cuenta:

1. La alta dirección, especialmente en su forma de patrocinador, con su papel de adalid y defensor no aparece y cada vez que aparece la lía. Solamente hay una cosa peor que un director de proyecto que no lidere su reto o esté desaparecido en acción: que la dirección que contradiga a sí misma y cambia de opinión con frecuencia.

2. La alta dirección (quien define desde su enmoquetado castillo la estrategia) y los gestores de proyecto (quienes desde las trincheras la ejecutan) van por libre, no manejan la misma información (como dicen nuestros los anglosajones: no están en la misma página). Si el proyecto obtiene una dirección coherente, pero es contraria a los objetivos estratégicos de la empresa, tenemos un problema gordo. Porque tan inútil es la acción sin visión como la visión sin acción.

3. Los objetivos del proyecto no están claramente definidos, el equipo no los comprende (probablemente ni los vea viables). A pesar de que todos los proyectos por lo general apuntan a un objetivo estratégico o dos, parece lógico que si alguno de los proyectos anda desenfocado y no apunta a ninguna, convenga reconsiderarlo, no? A menudo, los objetivos del proyecto no están ni claramente definidos ni razonablemente interiorizados por el equipo del proyecto. En ocasiones, como el objetivo estratégico es tan obvio…. se asume que está claro. Nada peor que porque los objetivos sean evidentes para que den lugar a malentendidos y las asunciones de cada parte incompatibles .

4. Los miembros del equipo no se comunican entre sí: a veces, incluso los equipos que se llevan bien no se comunican bien. Comunicación y colaboración, tan sencillo y tan complejo.

Reconociendo los problemas antes de que sea demasiado tarde para hacer algo acerca de ellos es crítico para el éxito de la gestión de trabajo. Abordar las cuestiones pronto es la mejor manera de guardar un proyecto menos desarrolladas, así como la carrera de un jefe de proyecto.
¿Qué señales de alerta utilizas tú para detectar humo en el proyecto?

16 de mayo de 2011

El Proyecto Inmortal (o acabamos con él o acaba con nosotros)


Los proyectos para clientes externos suelen cerrarse con relativa rapidez ya que de ese cierre depende el pago. Y ya se preocupará todas las partes interesadas internas a la empresa de no hacerse las remolonas.
Los recursos de esos proyectos suelen facturarse normalmente a una cuenta externa que gestiona y controla el director del proyecto en una matriz fuerte (en una jerárquica, ya sabemos: PM: Project Mindundis, o sea el chico del café y las actas de las reuniones, el corre-ve-y-diles).
En un determinado momento, increíble pero cierto, el cliente da la aceptación formal del servicio o producto, el presupuesto se ha acabado y los miembros del equipo se liberan y/o reasignan a otro proyecto.
Pero cuando el proyecto es para un cliente interno que no tiene que pagar por los recursos asignados, que todo le parece gratis-et-amore y que lo que hacen otros “se hace en un pis-pas”, dar por cerrado un proyecto no suele ser tan fácil. De hecho suele adquirir vida propia,  se reinventa, sigue creciendo, cambiando, cada día,… y puede continuar indefinidamente como no haya alguien con autoridad que lo cierre.
Para evitar el “síndrome del proyecto inmortal” –me recuerda que en mis tiempos mozos, allá por el siglo pasado, fue mi popular la película y la banda sonora de “La Historia Interminable”


(en el cartel de la película se ven buena parte de las partes (des)interesadas en dar por cerrado el proyecto- conviene poner en marcha un proceso para terminar los proyectos que han sido completados o cancelados.
Cuando un proyecto ha sido dado por terminado o cancelado, el director del proyecto podría elaborar un informe de fin de proyecto que liste y confirme que los requisitos del proyecto están más que cumplidos, que quien quiera utilizar el servicio o producto (preferentemente quien lo pidió, si es que se acuerda…) y que por lo que a él respecta ¡a otra cosa mariposa¡ y que su equipo ya no lo pillan por ahí porque está ya en otras guerras.
Como siempre hay algún despistado que no se ha dado cuenta aún de que el proyecto “é finito”, siempre se puede organizar una fiesta de celebración de que el proyecto (por fin) se ha cerrado y sus participantes tienen en mente otros trabajos ya.
En ausencia de una celebración del éxito o una sencilla ceremonia de entierro (si el proyecto terminó como el rosario de la aurora) en la que dar el pésame a los familiares –director de proyecto, patrocinador,…-, los proyectos tienden a volverse inmortales.
A mí esto no me ha pasado nunca pero tengo un amigo que sí. ¿A vosotros y vosotras?

9 de mayo de 2011

Sócrates ¿Patrón de los Project Managers?

Estoy en Zaragoza, revisando la clase de mañana, sobre gestión del alcance. Y hay una de las transparencias que me encanta porque me parece que resumen buena parte de lo que es la gestión del alcance. El contenido es este:

esta es la FASE DE LAS PREGUNTAS
PARA SABER QUÉ c…… QUIERE EL CLIENTE
y para ello PREGUNTA (QUÉ QUIERES, PARA QUÉ LO VAS A UTILIZAR,…)
y VUELVE A PREGUNTAR (QUIERES DECIR QUE NECESITAS ALGO COMO)
y, no contento, ASEGÚRATE QUE HA ENTENDIDO TU PREGUNTA Y TÚ, SU RESPUESTA
y no acabes ahí, no lo dejes escapar
VUELVE A PREGUNTAR (Y ESTO TIENE QUE VER CON…? ESTARÍA INCLUÍDO ESTO?)
Y, DESPUÉS, VUELVE A
PREGUNTAR,
CONFIRMAR,
SINTETIZAR,
ACLARAR
PREGUNTAR,…

Y me he acordado de un ilustre preguntón....

SÓCRATES, SIGLO IV AC.


Todo comenzó en Grecia y con un hombre muy especial que hacía

demasiadas preguntas. Concretamente en Atenas, lugar donde por aquel

entonces nacía una forma de gobierno singular llamada

democracia gracias a la que los atenienses (mujeres y esclavos,

no… eran otros tiempos) para tomar una decisión importante, podían

exponer sus opiniones antes de votar lo que debía hacerse. Y todo

comenzó, más concretamente de la mano de un preguntón llamado

Sócrates al que le encantaba pasearse por su ciudad natal haciendo

preguntas a sus paisanos y discutiendo con ellos sus respuestas.


Este buen hombre se hizo famoso por reconocer que en realidad todos

sus conocimientos eran triviales, útiles para salir del paso, sobrevivir o

entretenerse pero para poco más y que –éste fue el titular que quedó

para la posteridad- “yo sólo sé que no se nada” porque consideraba,

no sin razón, que para qué le servía todo lo que sabía si desconocía

lo más importante: cómo se debía vivir, qué hacer con su propia vida.


Prefería, mientras se sentaba al sol en la ágora, pasar por un ignorante

absoluto y tomar por grandes sabios a sus interlocutores –cuando

entonces y dos mil cuatrocientos años después, lo habitual es lo

contrario- y le daba buen resultado pues consideraba que, así, cada día

sabía más.


Fue conocida su discusión con “el sabio” Calicles al que interpeló sobre

qué era mejor, cometer una injusticia contra otro o padecerla uno mismo.

La respuesta era obvia para el preguntado: es mejor cometer injusticias

que ser víctima de ellas. Pero Sócrates opinaba lo contrario y pensaba

que si alguien le hacía una fechoría, no por eso él se volvía peor ni

perdía la virtud. Era el otro el que se manchaba. Consideraba que

lo único que estropea nuestra vida son las injusticias y abusos que

cometemos voluntariamente. Todo ello mosqueó profundamente a

Calicles.


Pero no solo a él, sino a muchos otros de los “ciudadanos de bien”

de Atenas que se sentían incómodos con nuestro amigo porque hacía

dudar de las cosas que siempre se había creído. Porque, entonces y dos

mil cuatrocientos años después, hay gente que está convencida de los

dogmas en que creyeron sus padres y sus abuelos y sus tatarabuelos y

está mal, pero que muy mal, discutirlos y menos cuestionarlos.

Hay que aceptarlos sin más, sin darles más vueltas y enredar como

hacía el bueno de Sócrates.


Hacer preguntas difíciles de contestar y cuestionar lo establecido era

–y sigue siendo- una gran falta de respeto, incluso subersivo. Y, si te

descuidas, te juzgan por ello y, en el peor de los casos, como le ocurrió

al filósofo griego, te matan por ello. En su famoso discurso de defensa

dijo aquello de que “una vida que no reflexiona ni se examina a sí

misma no merece la pena vivirse”.


Y es que, eso de preguntarse a sí mismo vale, pero preguntara los demás,

está mal visto.


Y sería muy poco razonable –y muy incómodo, por algo le dieron ese

gintonic cargadito de cicuta-.



Y ya sabemos la tantas veces repetida

frase de, nuevamente, G.B. Shaw de que "el hombre razonable se adapta

a las condiciones que le rodean mientras que el no razonable adapta su

entorno a él, lo que nos lleva a la conclusión de que el progreso depende

de gente poco razonable".

Sócrates se preguntaba, observaba, experimentaba. Preguntar le permitía

salirse de las reglas del juego establecidas por el status quo y

considerar nuevas posibilidades. Observar le permitía detectar pequeños

detalles que le sugerían nuevas formas de ver y hacer las cosas. Al

experimentar probaba sin descanso nuevas formas de vivir mejores y

más justas y explorar su mundo.

Por ello, Sócrates hoy, sería alguien a quien, cuando la gente le dijera “no”,

escucharía “tal vez”, para quién el mundo sería un laboratorio en el que

no quedarse quieto como un mueble sino en el que experimentar

formas de mejorarlo. Me lo imagino preguntándose continuamente

¿Qué pasaría si…? ¿Porqué hago las cosas de esta manera? ¿Qué sentido

tiene que esto sea así?.

Me imaginaría a Sócrates... como Project Manager... preguntado, haciendo equipo, empujando, creando equipo, no asumiendo nada,....

Lo que pasa que se hubiera negado a pasar un examen de certificación...

Sino, si no tenemos patrón... podíamos nombrarlo SS: San Sócrates

Es tarde y se me va la olla... qué descanséis....

4 de mayo de 2011

Camilla y su suegra, estrategias militares, ordenes bien dadas y project manager felices

Por cerrar el ciclo militar-humorístico-estratégico-emocional de la importancia de cómo dar órdenes, hablemos un poco de la filosofía de las órdenes del ejército de su SSSSSMMMMM Isabel II (La suegra de Camila Parker-Bowles).




La filosofía del ejército de la pérfida Albión tiene tres principios permanentes: la toma de decisión a tiempo (y no aquello de “a buenas horas, mangas verdes”), la importancia de comprender las intenciones y objetivos del superior y, aplicando esto a las acciones individuales, una clara responsabilidad de cumplir esos objetivos. CASI NÁ…

Y filosofía tiene los siguientes elementos:

Un superior da las órdenes de tal manera que se asegure que sus subordinados entienden los objetivos de la orden, su propia misión y el contexto de su misión.

A los subordinados se les informa de el efecto que deben lograr y la razón por la cual debe ser alcanzado

A los subordinados se les dan los recursos necesarios para cumplir su misión (y si no les llega piden pasta a la Reina que, con el permiso de la Harry Potter, es de lo más rico del Imperio).

El superior utiliza las medidas de control mínimas para no limitar la libertad de acción del subordinado (se me saltan las lágrimas… me da ganas de “hacerme del ejército británico”)

Los subordinados deciden entonces cuál es la mejor manera de alcanzar su misión. Dicho claramente: Dime qué tengo que hacer y ya me encargo yo de ver cómo hacerlo.

Y los siguientes principios:

Unidad de acción: dando un enfoque que permite acciones separadas pero coordinadas (la unidad de acción debe estar enlazada con los superiores de dos pisos más arriba)

Descentralización: que requiere que los superiores sean flexibles, confíen en sus subordinados (qué boniiiiiito¡¡) y la capacidad de dejar bien claritas sus intenciones porque si no….

Confianza. Está claro, ¿no? Y que ésta sea hacia arriba (me fío de mis jefes) y hacia abajo (me fió de mi equipo y de los equipos de mi equipo)

Comprensión mutua (esto empieza a parecer un matrimonio en vez del ejército…)

Y al final, tomar la decisión adecuada en el momento que se requiere y que esta no se desenfoque en el proceso de transmisión….

Quiero ser project manager en el ejército británico¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Para que no vuelva a ocurrir lo que le paso a Lord Lagan que, por dar por escrito la siguiente orden, pasó a la historia como el ejemplo de cómo dar una orden y cag… perdón liarla:

"Lord Raglan desea que la caballería avance rápidamente hacia el frente, siga el enemigo, y trate de impedir que el enemigo se lleve las armas. Tropa de Artillería a caballo puede acompañar. Caballería francesa se encuentra a la izquierda. Inmediatamente”.



El final en http://en.wikipedia.org/wiki/Charge_of_the_Light_Brigade

¿Conocéis, habéis oído hablar, habéis trabajado, TRABAJÁIS en una empresa así? Contadmelo¡¡